Por Diego Barceló Larran, director de Barceló & asociados (@diebarcelo)
Si el CEO de una empresa anunciara a sus accionistas que perderán dinero los próximos tres años, es seguro que lo haría junto con su dimisión. No es así en el caso del BCE, que se ha convertido en una entidad privilegiada, que comunica que no se cumplirá su objetivo de inflación ni siquiera en 2024 y, sin embargo, nadie habla de renunciar. Ni siquiera de pedir disculpas.
No olvidemos lo básico: no hay antecedente alguno en la historia de una alta inflación que se haya producido sin un incremento previo de la cantidad de dinero. Y no hay incremento exagerado de la cantidad de dinero que no haya terminado con una subida de los precios. Si el BCE tiene el monopolio de la emisión de moneda, es evidente que la alta inflación que padecemos es su culpa. Que hay cuellos de botella y mayores precios de la energía es cierto. Pero con una cantidad de dinero estable, los mayores precios de esos productos se compensarían con los menores precios de otros bienes. La inflación ocurre cuando sube una gran proporción de los precios y eso solo lo pueden hacer los bancos centrales emitiendo.
Mientras el PIB creció 5% desde 2016, el balance del BCE pasó de € 2,95 a € 8,8 billones. Triplicó su balance emitiendo casi un billón de euros por año cuando la economía no necesitaba ni remotamente tremenda inyección monetaria.
El BCE mantuvo temerariamente su tipo de interés al 0% durante seis años (algo ilógico, pues significa que da igual consumir hoy que dentro de un año, cuando el ser humano prefiere hacerlo antes por la llamada “preferencia temporal”). Ahora, con todas sus previsiones y promesas incumplidas, debe sobreactuar para que sea creíble su “lucha” contra la inflación. En el camino, engañó a todos los que se endeudaron creyendo, como se repitió mil veces, que los tipos de interés se mantendrían bajos mucho tiempo.
Pese a todos sus errores, el BCE aún se cree con la autoridad (técnica y moral) de poder definir cuál es el tipo de interés “correcto”. Se equivocará. Lo que pretende el BCE es como jugar al fútbol sin porterías: es imposible ganar porque no se puede marcar gol. ¿Alguien se imagina que hubiera un precio único para los tomates (o cualquier otro producto) en toda la zona euro? Un único tipo de interés es un dislate similar.
Los bancos centrales independientes fueron una idea que tuvo sentido en los años ’80 y ’90: tras las altas inflaciones de los ’70, se quitaba a los políticos la impresora de billetes, que se ponía en manos de “expertos”. El esquema ya no sirve: los “expertos” son tan dañinos como los políticos, fallando en su única tarea (la estabilidad de precios).
El problema es mucho más grave que la inflación. La represión de los tipos de interés alentó los déficits fiscales y el aumento de la deuda pública (con la colaboración de la Comisión Europea que suspendió las reglas fiscales). En la práctica, se premió a los gobiernos “gastizos”. Ahora tenemos inflación y, además, una economía más endeudada y débil, porque el dinero gratis quitó todo incentivo para hacer reformas que alentaran el crecimiento de la economía. ¿No es evidente que el del BCE es un fracaso absoluto?
Los intervencionistas creen que los problemas se arreglan con más intervención. Así, el BCE puso en marcha un mecanismo para que las primas de riesgo no se alejen de lo que consideran “razonable”. Lo que se presenta como un juicio experto es en verdad una arrogante pretensión de omnisciencia: creen saber también cuál es el valor “correcto” de los títulos de deuda de cada país.
La solución comienza reconociendo el fracaso del BCE y sigue reformándolo para que deje de causar daño. Por ejemplo, anunciando dos o tres subidas de 50 puntos base, para luego liberar por completo los tipos de interés. Habría que prohibirle explícitamente la posibilidad de comprar títulos públicos y definir una regla automática de emisión de euros. Incluso, para liberar por completo a los europeos del peligro de los “expertos”, se debería abolir el curso forzoso del euro, para que compita con otras monedas y la gente pueda elegir qué moneda utiliza. @diebarcelo
Publicado en Expansión el 10-9-2022