Asesoramiento económico

Márgenes empresariales: un Observatorio estalinista

Llamar al gobierno de Pedro Sánchez “sanchista-leninista” era una forma simpática de sintetizar la coalición entre el PSOE, socialista, y Podemos, comunista. Desde la puesta en marcha del Observatorio de Márgenes Empresariales, “sanchismo-leninismo” es una descripción estricta. Es el mejor ejemplo de la involución conceptual de gran parte de la dirigencia política y sindical de España.

En una economía de mercado, los márgenes nunca son estables. No lo son porque continuamente se descubren oportunidades de inversión (que luego pueden resultar rentables o no), por la presión de la competencia, la continua búsqueda de aumentar la productividad y reducir costes, la aparición de productos complementarios o sustitutivos, y por muchas razones más.

La fluctuación de los márgenes empresariales, consecuencia a su vez de las fluctuaciones de los precios, es condición necesaria para que la economía tienda a aprovechar los recursos escasos del mejor modo posible. Es la fluctuación de los márgenes lo que atrae o aleja nuevas inversiones. A su vez, esas mismas nuevas inversiones, según se ejecuten o no, impactan también en los márgenes, en una sucesión infinita de variaciones.

Estos principios elementales parecen ser desconocidos por quienes promovieron este Observatorio. Un Observatorio que nace de la criminalización que se ha hecho de la figura del empresario, incluso desde estamentos oficiales, al que se le acusa de todo y, en particular, del rebrote inflacionario. Si aumentar sus ganancias fuera para los empresarios algo tan fácil como aumentar los precios, ¿por qué no lo hicieron, por ejemplo, en 2014 (el IPC cayó 1%), en 2015 (la variación anual fue 0%), o en 2019 (el IPC apenas subió 0,8%)? Acusar a los empresarios de la inflación es algo insostenible, que solo puede aparecer cuando el conocimiento de la teoría económica sana se reemplaza por prejuicios, fobias o ideas de raíz marxista.

Los márgenes solo son estables en economías centralmente planificadas, como la Unión Soviética o la Alemania nazi. Allí, supuestos expertos determinaban el margen “correcto” para cada sector. Obviamente, esos experimentos siempre resultaron empobrecedores: congelando los márgenes se destruye el incentivo para trabajar con eficiencia y se impide el funcionamiento del mecanismo de ajuste natural, por lo cual se producen excesos o faltantes en toda la cadena productiva.

Releyendo los discursos de Mario Draghi, cuando presidía el Banco Central Europeo, puede recordarse que, para él, el problema era que la inflación era demasiado baja. Por eso bajó el tipo de interés a 0% (algo contra natura si se entiende el concepto de preferencia temporal) y alentó la expansión monetaria por todos los medios imaginables. Los alquimistas de Frankfurt se comportaron como si sus modelos econométricos fueran la realidad. Lástima que apenas eran una simplificación inexacta de la misma: las medidas, que pretendían llevar la variación del IPC del 0% al 2%, terminaron despertando al monstruo inflacionario que llevaba dormido años. Una vez despierto, como ya debería saberse, que concilie el sueño otra vez llevará años.

Los gobiernos, especialmente los derrochadores, como el español, callaron porque se beneficiaron de la temeridad monetaria del BCE: gastaban y financiaban sus déficits a coste cero. Pero aún: varios gobiernos llegaron a cobrar por recibir dinero en préstamo.

Así como la historia muestra que, en todo tiempo y lugar, la inflación es siempre un fenómeno monetario, también enseña que nunca hubo un presidente de banco central que admitiera su responsabilidad por el aumento de los precios. Cualquier excusa vale para “patear balones fuera”. Ahora culpan a la guerra de Ucrania (aunque la inflación ya era 6,5% en diciembre de 2021, dos meses antes de la invasión rusa) y a los empresarios.

Da vergüenza ajena leer en el nuevo informe del Observatorio de Márgenes que estos presentan una “extraordinaria heterogeneidad” y un “comportamiento muy desigual entre sectores”. También produce escalofríos: ¿acaso el gobierno añora la “homogeneidad” de las economías de planificación centralizada?

Este Observatorio es un golpe a la pacífica convivencia, alentando el conflicto entre empresarios y trabajadores cuando ambos, en verdad, son igualmente perjudicados por la inflación. Ambos se perjudican porque solo hay un ganador: el gobierno, que es quien recauda el impuesto no legislado de la inflación.

Nada bueno cabe esperar de este Observatorio, cuya supresión inmediata es lo único razonable. @diebarcelo

 

Publicado en Expansión el 19-10-2023