Asesoramiento económico

EPA del tercer trimestre: un millón de empleos ficticios

El año pasado, con el PIB creciendo 5,8%, la variación acumulada del número de ocupados de los tres primeros trimestres fue, según la EPA, 1,8%. En 2023, con un PIB que promediará a lo largo del año un crecimiento de algo más del 2%, la variación acumulada del empleo es 3,9%. Mayor crecimiento del empleo con menor expansión del PIB. Ese es el desajuste fundamental que surge del análisis de los nuevos datos de empleo y paro. Simplemente, cuadran mal con el contexto económico. Podemos apostar porque el aumento del empleo en lo que llevamos de año es insostenible.

Si una empresa produce y vende lo mismo cada año, no necesita más personal. Por eso, la creación de empleo depende de la expansión de las empresas, que para producir más necesitan nueva maquinaria, plantas, oficinas y demás, y nuevos empleados que utilicen los nuevos equipamientos.

Pero la inversión en Maquinaria y equipo, que en 2023 está cayendo, ya en 2022 era inferior a la de 2017 (y a la de 2006). Tampoco es razonable suponer que la confianza esté creciendo, provocando nuevas contrataciones. De hecho, las empresas reciben continuamente nuevas amenazas. La más reciente, la agenda comunista que acordaron Pedro Sánchez y Yolanda Díaz para subir impuestos, intervenir los contratos de trabajo e incrementar los costes laborales, en caso de que el primero resulte investido. Entonces, ¿cómo es que crece el empleo?

Desde el 3º trimestre de 2013 (10 años), el empleo total creció 23%. En igual período, el número de ocupados que no trabajan lo hizo un 49%. Dentro de este grupo, los que no trabajan por enfermedad, accidente o incapacidad temporal crecieron 159%. Desde 337.300 personas en 2013 a 837.200 ahora.

El aumento de los ocupados que no trabajan hace necesario que, para mantener la producción, sea necesario contratar personal de reemplazo. Así crece el número total de ocupados, aunque una parte de los mismos esté cubriendo la ausencia de otros. Es por eso que las horas totales que se trabajan en la economía crecen menos que el número de ocupados. El número medio de horas trabajadas por semana cae, pero no porque una mayoría trabaje menos horas, sino porque unos trabajan y otros no.

En los terceros trimestres de 2014 a 2019, cada ocupado, en promedio, trabajó 30 horas por semana. En el tercer trimestre de 2023, la jornada media fue de 28,6 horas. Eso fue lo que trabajó, de media, cada uno de los 21,27 millones de ocupados. Si la jornada media hubiese sido la misma que en 2014-2019 (30 horas), el mismo número total de horas trabajadas se habría alcanzado con un millón menos de ocupados.

Lo repito, porque impacta: hay un millón de personas que están trabajando para suplir la ausencia de otros trabajadores. Si en el tercer trimestre se hubieran trabajado las mismas horas por ocupado que en 2014-2019, ahora habría 20,26 millones de ocupados. Es decir, habría un 4,7% menos de personas trabajando.

Más allá de que esto implica que el cacareado récord de empleo no es tal, también conlleva una pérdida de productividad preocupante. La productividad (PIB por ocupado) es ahora similar a la que había a comienzos de 2012, que a su vez era apenas mayor que la de 1995. Que en casi 30 años la productividad haya aumentado 2% nos da una magnitud de la verdadera situación de nuestro mercado de trabajo.

Seguir aumentando el empleo por esta vía es insostenible. Sencillamente, en algún punto los costes no dan y deja de contratarse personal de reemplazo. Antes de llegar a ese punto, debería estimularse la inversión productiva, mediante bajadas de impuestos, desregulaciones y privatizaciones. Tristemente, el gobierno está pensando en lo opuesto. Como en la pasada legislatura tomaron muchas medidas empobrecedoras pero “no pasó nada” (gracias al espejismo de los tipos de interés negativos), ahora siguen pensando que pueden continuar sin consecuencias ese mismo camino equivocado.

En economía, quien se base en una teoría sana, puede anticipar los “qué” y los “cómo”. Sin embargo, es casi imposible acertar los “cuándo”. Pero así como un puente puede soportar un peso máximo, a partir del cual, se desploma, lo mismo ocurre con la capacidad de la empresas de soportar costes. @diebarcelo

 

Publicado en Expansión el 27/10/2023