Si hace algunas semanas nos hubieran dicho que no se le permitiría al Rey asistir a un acto en Barcelona, habríamos pensado que sería imposible. Si hace algunas semanas nos hubieran dicho que un presidente del gobierno de España lamentaría en el Senado el suicidio de un terrorista etarra, también habríamos pensado que no podría ocurrir. Pocos meses atrás, también habríamos considerado fuera del ámbito de lo posible que se pactara la derogación de la reforma laboral de 2012 con Bildu, que el PIB cayera más del 20% interanual, que hubiera un vicepresidente comunista o que un ministro del gobierno se reuniera en Barajas con una jerarca del régimen bolivariano cuyo ingreso en la Unión Europea está prohibido. Hay, lamentablemente, más ejemplos de que, en la España de hoy, lo “imposible” puede ocurrir.
La deuda pública alcanza, cada mes, nuevos máximos. En torno al final del año, se ubicará en el equivalente al 120% del PIB. Es decir, el doble del “máximo permitido” según el Pacto de Estabilidad europeo. Su crecimiento, sin embargo, no se detendrá allí. Reducir el déficit fiscal de 11,3% del PIB al que se llegó en 2009, hasta menos del 3% (el “límite superior”, según el mismo Pacto), fue una tarea que exigió nueve años. Este año, el déficit fiscal superará al de 2009.
Imaginemos un escenario optimista: proyectemos un crecimiento del PIB nominal del 8% para el 2021 y del 4% anual a partir de allí; al mismo tiempo, el gobierno se toma en serio el problema de la deuda pública y decide reducir el déficit fiscal de forma gradual (unos 15.000 millones de euros anuales). En ese escenario, que firmaríamos gustosamente ya mismo, la deuda pública escalaría hasta el 135% del PIB en 2024. Aun con un gobierno que actúe con cierta seriedad, el futuro mediato es el de una economía española caminando por una cornisa de una planta 40.
En ese punto es que empiezo a imaginar escenarios “imposibles”. ¿Y si el gobierno quisiera reducir el déficit fiscal solo a base de mayores impuestos? Entonces el crecimiento sería menor, el paro mayor y la deuda pública, más pesada. ¿Y si el gobierno no priorizara la reducción del déficit, suponiendo que el BCE seguirá comprando todos los bonos que se emitan? El supuesto sería muy fuerte e, incluso, judicialmente impugnable: el BCE tiene prohibido financiar a los gobiernos; cualquier acción que traspase la frontera gris entre política monetaria y auxilio fiscal sería cuestionada por Alemania y todo otro gobierno serio. En todo caso, mientras esa impugnación se produjera, la deuda pública española escalaría hasta el 150% del PIB en 2024/2025.
Habría otra derivada: si el gobierno no da prioridad a la reducción del déficit, en algún momento el mercado podría llegar a la conclusión de que la deuda pública alcanzó una dinámica insostenible. En ese punto, solo sería posible refinanciarla a tipos de interés prohibitivos, con lo que la profecía se autocumpliría. Los “hombres de negro” harían su entrada en escena, permitiendo reavivar toda la retórica contra la “austeridad” y los “recortes”, así como las llamadas a salir de la Unión Europea, volver a la peseta y devaluar.
Y ahora viene lo más “imposible”: ¿y si el ala antisistema del gobierno, bajo la excusa del “escudo social”, estuviera alimentando el incremento de la deuda pública con la esperanza de que se salga de control? Antes de que el lector piense que “eso no puede ser”, le recomiendo que teclee en YouTube: “Pablo Iglesias Ateneo de Madrid 2014”. En ese vídeo, desde el minuto 2:36 hasta el 3:45, el hoy vicepresidente resume su programa en siete puntos. Un programa liberticida y radical para el cual, gracias a la temeridad de Pedro Sánchez, hoy trabaja, al menos, una parte del gobierno. Un programa cuya concreción se vería facilitada en un contexto de caos provocado por la explosión de la deuda pública.
El gobierno hace malabares con antorchas en medio de una refinería de petróleo. Pero ni así la oposición ha sido capaz de ponerse de acuerdo en un candidato de consenso para una moción de censura. Si quiere, amigo lector, consuélese pensando que todo eso es “imposible”. Creo que sería mejor ir preparando un búnker. @diebarcelo
Publicado en Expansión el 7/10/2020