A la política fiscal se la critica por una cosa y la contraria. Los socialistas de todos los partidos la acusan de ser “austera” y le afean “los recortes”. Los que están a la derecha de los anteriores dicen que “el gasto no se ha tocado” y que toda la reducción del déficit fiscal se debe a subidas de impuestos. Ambos no pueden tener razón al mismo tiempo. Intentaré aclarar este tema.
Lo mejor para entender la evolución del gasto del conjunto de Administraciones Públicas es separarlos en discrecionales (salarios, consumos intermedios, otros gastos corrientes e inversión pública) y no discrecionales (intereses de la deuda pública y prestaciones sociales -pensiones, paro, etc.-).
El gasto discrecional se recortó cuatro años seguidos, desde 2010 hasta 2013. Es algo que no había ocurrido en España desde 1890. El recorte total fue de 64.500 millones de euros, de los cuales el 60% fue realizado durante la gestión del presidente Rajoy. En 2014 el gasto discrecional quedó congelado y en 2015-2016 aumentó 15.000 millones. El gasto discrecional de 2016 fue inferior al de 2007 y 21.500 millones menor que el que se encontró Rajoy en 2011. Es falso que “el gasto no se ha tocado”.
El aumento del gasto no discrecional compensó la mitad de los recortes. A partir de 2014, el paro comienza a bajar y el gasto no discrecional se modera. Aun así, el volumen de estos gastos en 2016 fue 63.000 millones de euros mayor al de 2007: hay 1,1 millones más de pensionistas, 350.000 personas más cobrando una prestación por desempleo y se pagaron 15.000 millones más de intereses.
El gasto total (discrecional + no discrecional) de 2016 resultó similar al de 2008. Pero considerando la inflación del 8% de ese período tenemos que el gasto real de 2016 fue inferior al de 2008. Rajoy es el único presidente que acabó su legislatura con un gasto público inferior al que encontró al llegar.
El desplome de los ingresos por la crisis hizo que la presión tributaria de 2009-2011 fuera la menor en 20 años (35,7% del PIB). Los aumentos de impuestos de 2012 subieron la presión tributaria 2 puntos porcentuales. Las rebajas de impuestos de 2015 y 2016 se hicieron para que la dicha presión se mantuviera en torno al 38% del PIB. La presión tributaria de 2016 resultó igual que la que hubo en la segunda legislatura de Aznar.
Tampoco ha cambiado la composición de los recursos de las AA.PP. En 2016, al igual que en la segunda legislatura de Aznar, un 30% de los recursos no financieros procedieron del IVA, un 26% del IRPF y Sociedades, y un 33% de las cotizaciones sociales.
Las rebajas de impuestos de 2015-2016 ahorraron 9.000 millones de euros a los contribuyentes. Las subidas de impuestos decididas hace pocas semanas revierten un 60% de las rebajas anteriores, pues costarán 5.400 millones. El reparto de la carga cambió (los nuevos aumentos castigan a las empresas, mientras que las rebajas beneficiaron principalmente a las familias), pero aun con estos aumentos la presión tributaria de 2017 será menor que la de 2013-2015 y mucho menor que la de 2004-2007.
El error del gobierno es la secuencia: de haber rebajado impuestos a razón de 1.200 millones anuales de 2015 a 2017, la sensación sería la de un gobierno que baja impuestos. Ahora, con el mismo saldo, la sensación es de un gobierno que sube los impuestos cada inicio de legislatura. ¿Para qué se cabrea a la gente con un impuesto a las bebidas azucaradas para obtener apenas 200 millones de euros, una gota en el océano del presupuesto?
Toda política fiscal puede mejorarse. Desde mi oficina puedo decir que me gustaría recortar más los gastos y subir menos los impuestos, pero entiendo que gobernar es mucho más difícil que escribir artículos. Creo que el gobierno ha llevado a cabo una política fiscal razonable, que puso orden en el caos y ayudó a la recuperación económica. Donde sí debe mejorar, y mucho, es en la comunicación: un tema de por sí complejo, mal explicado, conduce a la gente a conclusiones equivocadas y facilita la aceptación de propuestas irresponsable.
Publicado en OKdiario el 7-1-2017