En los últimos tres años ha sido habitual leer y escuchar acerca de lo bien que lo están haciendo las exportaciones. Es verdad: tras una fuerte caída de 15% en 2009, las exportaciones de mercancías se recuperaron con fuerza. Trimestre a trimestre, su crecimiento se ha ido acelerando, mostrando ahora un incremento medio de casi 9% en los últimos cuatro años. Es el mayor ritmo de expansión desde 2001. Los 247.000 millones de euros que se exportarán a lo largo de 2013 suponen, además de un nuevo máximo histórico, haber duplicado los datos del año 2000.
El avance es, por tanto, incuestionable. Sin embargo, ¿es sostenible en el tiempo? Hay una parte de la cuestión que España no controla. Si un barrio prospera, los supermercados que están en el mismo podrán vender más. Del mismo modo, las exportaciones españolas tendrán un mejor recorrido cuanto más crezca la economía mundial. Pero, más allá de eso, también hay factores que España sí controla.
En primer lugar, el “saber” exportar. Las empresas, en general, no nacen exportadoras, sino que se hacen, sea por estrategia o por necesidad. Los datos del ICEX muestran que el número de empresas exportadoras crece año tras año. En 2013 podrían sumar 150.000, casi un 50% más que en 2008. Entre ellas hay casi 41.000 empresas que son “exportadoras regulares”. Esto implica que hay decenas de miles de empresas que están “aprendiendo” a exportar. El “aprendizaje” de hoy debería convertirse en el “hábito” del mañana (¿a qué empresa le gusta abandonar mercados o clientes?).
En segundo término, el “poder” exportar. Saber exportar es importante. Pero también hay que tener capacidad para hacerlo, teniendo una competitividad adecuada. Cuando observamos la evolución de los salarios reales (descontada la inflación) ajustados por la productividad (es decir, los costes laborales unitarios de producción), encontramos otro motivo para el optimismo. En este momento, los mismos son 13% inferiores a los de 2009, cuando llegaron a su máximo. Más sorprendente, su nivel actual es similar al de 1997. Si observamos el valor real medio de los últimos 30 años de los costes laborales unitarios, vemos que ahora son 5% inferiores.
Las exportaciones han diversificado sus destinos. Igual que en las inversiones financieras, esto supone atenuar los riesgos. En 2008, los 10 principales destinos de las exportaciones (Francia, Alemania y otros países de la UE, además de EE.UU.) daban cuenta del 66,3% del total. En los primeros siete meses de 2013, su participación cayó al 60,3%. Entre ambos períodos, países como Sudáfrica o Arabia Saudita han más que duplicado su importancia en el total exportado. También han crecido, entre otros, China, Brasil, India, Corea, Chile y Marruecos, todos países de mayor crecimiento que los mercados tradicionales de España.
Los tres elementos anteriores hacen razonable esperar que continúe la expansión de las exportaciones. Por eso, los esfuerzos deberían centrarse en mejorar dos aspectos: diversificar la oferta de productos que se exportan e incrementar su valor añadido.
Trabajando con los 117 sectores ICEX, se observa que el principal producto de exportación son los vehículos de transporte, que en los primeros siete meses del año supusieron el 14,2% del total, frente a 18% que representaron en 2003. Sin embargo, los siguientes 9 sectores dan cuenta ahora del 48% del total frente a un 41% de hace 10 años. Un objetivo sería revertir esa mayor concentración, en la que esos 9 sectores (química, componentes de vehículos, combustibles y hortofrutícolas son los principales) conforman casi la mitad de las exportaciones.
Dejando a un lado el sector del automóvil, los diez principales sectores con mayor valor añadido han rebajado su participación en el total en casi dos puntos porcentuales. Electrodomésticos, instrumentos científicos y equipo médico son algunos de los sectores que perdieron un protagonismo que sería deseable recuperar.
Publicado por Diego Barceló Larran en Cataluña Económica, el 1/10/2013